El sentido del humor es básico para enfrentar la vida. Para gestionar lo que nos va sucediendo; para relativizar, reducir el estrés, amortiguar, adaptarse, procesar la información o echar buenos ratos.
Para usarlo como bomba de humo y desaparecer en un momento incómodo, para pasar el mal trago de estar en un tanatorio o para hablar ante un auditorio.
También ayuda a hacer y mantener amigos.
Usar el sentido del humor activa el sistema de recompensa del cerebro, y se segregan dopamina y endorfinas, que son hormonas relacionadas con la sensación de bienestar y felicidad.
El sentido del humor es una fortaleza y signo de inteligencia, de flexibilidad y de buena salud mental.
Al reírte de ti mismo disminuyes el miedo al qué dirán; al decir tonterías de vez en cuando te acostumbras a no encorsetarte y no ser “normal”.
Al reírte del mundo, le quitas solemnidad y crudeza y lo tornas más amable y habitable. Te aportas otro punto de vista.
La posología es reírse al menos cada ocho horas, cada cuatro si vemos que baja el ánimo; puede ser esto lo que, en ocasiones, nos ayude a avanzar, nos sostenga y nos de energía.
Hay ciertos contextos en los que puedes no considerar adecuado tirar del humor, como en la consulta del psicólogo.
Por eso mismo, porque estamos trabajando con asuntos importantes, es muy necesario introducir momentos puntuales de risa o pamplina; para aliviar la tensión y entendernos mejor.
Lo cantan los Monty Python en la Vida de Brian: Always look on the bright side of life, ninin, nininininin…
O se lo dijo Yoda al jovencito Skywalker: “o haces gracia, o no la hagas, pero no lo intentes”.
Reírse arma y desarma. Que cada cual elija su propósito…
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.