Sentir como propio un sufrimiento que no es tuyo es complicado de manejar y puede llevarte incluso a desatenderte o a usarlo como evasión.
Si tu hij@, pareja, amigo, progenitor… quien sea, tiene un problema, es lógico que te preocupes.
Preocuparse es ocuparse mentalmente y de manera anticipada de algo. Darle vueltas.
Pero el problema no es tuyo. Es del otro; por tanto, puedes acompañarle, pero no debes resolverlo. Puedes opinar (si te pregunta) pero no darle la clave sin que te la pida.
Contemplemos dos escenarios:
1. Que la resolución del problema no esté ni pase por ti. Si lo asumes como tuyo solo sentirás dolor y frustración.
2. Que, no siendo tu responsabilidad, puedas solventarlo y lo hagas. Entonces dificultas que el otro evolucione y aprenda.
(En los dos casos acaba regular la cosa)
Lo sano y funcional es ACOMPAÑAR y no salvar a los demás.
Pensar que es egoísta no resolver los problemas ajenos es un PENSAMIENTO IRRACIONAL e implica que tienes unos LÍMITES difusos que quizá habría que revisar.
Si te cuesta poner distancia emocional con la dificultad o malestar del otro, entonces este problema sí es tuyo y has de resolverlo.
El psicólogo no solo te ayuda a gestionar tus problemas, sino también a desprenderte de los de los demás… es que no se nos puede poner ni un “pero”…
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.