La belleza es entendida como algo placentero de percibir. Como contemplarla genera una sensación agradable, la belleza se ha asociado a lo largo de la historia con lo “bueno”.
Eso se llama Efecto Halo.
Resulta que la cuestión no es ser bello, sino HACERSE BELLO, como decía Nietszche. Sublimar lo que uno es con la ACTITUD que se tiene, con la alegría, amabilidad, seguridad, encanto, honestidad, y todas esas virtudes que embellecen.
Si no tienes simetría en tus facciones, puedes aportar belleza con tu conducta, palabras o mirada.
Hegel comentaba con los vecinos que hay dos tipos de belleza: la natural, que es limitada e imperfecta, y la artística, que es reflejo de la belleza del espíritu y por ello es muy valiosa.
(quizá por estas reflexiones, cuando cogía el ascensor, la gente subía por la escalera)
¿Cuántas personas conocemos que no son bellas, pero sí ATRACTIVAS, porque atraen o atrapan nuestra atención con su ACTITUD? Seguro que un montonazo…
La belleza es subjetiva, pasajera y superficial. Mientras que lo atractivo es más objetivo, perdurable e implica un maridaje de lo externo con cualidades de carácter.
Así que no te sientas insegur@ por tus rasgos físicos. No eres solo eso. Va mudar con el tiempo, así que no es lo más importante; no es lo único que te define.
El Principito decía que lo esencial es invisible a los ojos. Los ojos pueden engañar a tus sentidos, pero el corazón, el CÓMO TE SIENTES cuando estás con esa persona, cómo se sienten los demás cuando están contigo, es lo que hay que usar como guía y referente.
Lo suyo es estar en la vida con ÉTICA y con estética. Con y en ARMONÍA.
Pero todo esto ya se expuso en el Sermón de la Montaña (si no pudiste ir, ya te lo cuento yo, que estuve en primera fila), cuando alguien dijo con lucidez: “Bienaventurados los que van al psicólogo, porque ellos se harán bellos, y libres y armónicos…. y tendrán el control de sus vidas”.
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.