Hace referencia a un estado psicológico en que la persona asume la AUSENCIA DE CONTROL sobre lo que le sucede. Esto le lleva a comportarse de manera PASIVA ante situaciones desagradables, ya que piensa que no puede hacer nada.
Quien lo observa ve que la otra persona no hace nada para evitar sufrir… pero quien lo vivencia entiende que cualquier acción que lleve a cabo ante una situación dolorosa no va a tener repercusión alguna. No es evitación, es INHIBICIÓN ante lo incontrolable.
{Spoiler: siempre se puede hacer algo; cuando no podemos cambiar o mejorar la situación podemos elegir cambiarnos a nosotros}
La indefensión va surgiendo de manera GRADUAL. La persona que se expone sistemáticamente a coyunturas como falta de apoyo externo, exposición recurrente a circunstancias adversas, sobrecarga emocional, estrés, crianza muy autoritaria o violencia (psicológica, física, moral o económica), tiene papeletas de sufrirla.
Sus efectos serán mayores cuando se perciba el origen del malestar como estable, específico y externo; también influyen factores de personalidad, así que nadie asuma que hay determinismo.
Cambiar los esquemas mentales y vitales adquiridos durante años conlleva ayuda, tiempo y esfuerzo, pero es gratificante, liberador, enriquecedor y aporta calma y bienestar.
No querría yo ponerme nunca a la altura de los consejos de Joda, Súper Ratón o He- Man, pero he de señalar que LO QUE SE APRENDE, SE PUEDE DESAPRENDER con aceptación, reaprendizaje y apertura mental… y su poquito de psicoterapia.
¡¡Se tenía que decir y se dijo!!
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.