Todos hemos experimentado la frustración de querer ayudar a alguien y que esa persona no se deje o no lo ponga fácil.
Ante esto hemos de plantearnos si: quizá no sea la forma en que necesite ser ayudad@ o si directamente no desea tu auxilio.
Si no quiere la asistencia de nadie y desea convivir con su sufrimiento, has de ACEPTARLO. Es su decisión, igual que tú tomas las tuyas en tu vida.
Si, desespera, frustra, angustia y puede hacer que te alejes… y es normal; significa que te importa.
Sucede que ante el problema o dificultad del otro nos encontramos trabajando más en su proyecto que el propio doliente. Es un rollo, pero en cuestión de construcción o reconstrucción de uno mismo, nadie puede poner los ladrillos de otra persona. Puedes tener un ayudante que te los pase o que te diga cómo hacer la mezcla de cemento, pero el ladrillo ha de ponerlo uno.
Por eso, tantas veces, construimos casas (incluso con piscina) que nos encantan para otros y las derriban a la primera de cambio. Es porque no la ha construido su morador.
Hasta que decida ponerse el cinturón de trabajo, lo único que puedes hacer es estar disponible y evitar hacer juicios. Hay personas que no están preparadas para afrontar un problema, que ni siquiera lo perciben o que no saben recibir ayuda.
El caso es que no se puede entrar en casa de nadie sin que te hayan dado las llaves; incluso si te hace una copia, el cuidado de ese hogar NO ES TU RESPONSABILIDAD; su bienestar no está bajo tu control.
Las personas iban antiguamente al oráculo de Delfos para consultarle a la pitia sobre cuestiones diversas y poder tomar buenas decisiones para encontrarse bien… ¿¿¿te suena quién puede ayudarte hoy con eso??? (si te dejas, of course).
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.