Pero claro, hay que limpiar profundamente el terreno de escombros, allanarlo, poner nuevos pilares, rasgar los viejos planos y elaborar unos nuevos, usar buenos materiales y contar con profesionales que asesoren en la tarea.
Reconstruir es más dificultoso que construir. Y es que nos volvemos más quisquillosos, no solemos aceptar la presencia de grietas en la estructura (que antes si tolerábamos) y exigimos mejores calidades.
También estamos más cansados y más alerta que la primera vez que lo construimos. Es una lata. Pero la experiencia sirve en parte para eso. Para aprender y ser mejores constructores.
Reconstruyamos las relaciones que nos aportan, reconstruyamos nuestra carrera laboral, reconstruyamos todo lo que merezca la pena; reconstruyámonos las veces que haga falta.
Para ello hay que aceptar la incertidumbre; porque tanto el paso del tiempo, un tornado, la corrosión en la estructura, un terremoto o alguien con un martillo percutor que haga estragos en la estructura pueden dañar lo que hemos construido.
“…nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo…” (Cortázar).
PD: qué bien va Cortázar para casi todo. Si lo dispensaran en frasquitos, recetaría dos dosis de Cortázar antes de dormir.
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.