Una rabieta es la manifestación o expresión iracunda de una frustración.
L@s niñ@s tienen rabietas y los adultos también. L@s niñ@s las manifiestan de manera mayormente conductual (muy visible) y los adultos desbordándonos emocionalmente.
El sentimiento negativo nos invade y toma como rehén; claro, somos presa de la rabieta durante más tiempo.
Estamos antipáticos, distantes, serios o incluso verbalmente agresivos.
Y es lógico, porque lo que subyace tras la frustración es decepción o vacío. Es un deseo no satisfecho. Tela marinera.
Además, como no solemos expresar, asumir ni gestionar bien la frustración, nos cuesta más trabajo integrarla de manera funcional en nuestra vida. Nos quedamos en la frustración como se queda uno dentro de un flotador a la deriva.
Podemos probar a hablarnos como lo haríamos con un@ niñ@:
– Ahora no puede ser, quizá más tarde.
– Ésto no es lo que te conviene ahora.
– Las cosas son como son, no como uno quiere.
También podemos probar llevando a cabo la visita al psicólogo; esa que estamos postergando hace ya tiempo, pensando “ya se me pasará”, pero ya ves que no se pasa…
Mi nombre es Amelia y soy psicóloga en Cádiz, colegiada Nº 12518.